Es extraño cómo hasta la fecha hay mujeres que le tienen pánico al tampón. A mí me hacen la vida tan feliz en esos días menstruosos. Debo admitir que también escuché en algún momento opiniones negativas hacia ellos sobre todo cuando estaba puberta y cuando para mal de males mis padres decidían salir de vacaciones cuando yo estaba en mis días. Ya saben, la amiga Zutanita de mi mamá le decía babosadas como ‘No dejes que tus hijas se pongan un tampón, porque pueden perder su vrginidad’. Digo, no me preocupaba el asunto de perder la virginidad pero tampoco me animaba la idea porque entonces pensaba que me iba a doler un demonial colocármelo. Para variar y como casi todo en mi vida un día descubrí la cantidad de falsedades que circundaban al pobre tampón. Recuerdo que estábamos en Cocoyoc y estaba harta de ver a mis hermanas nadar con toda tranquilidad mientras yo no me atrevía a poner un pie en la orilla de la alberca por miedo a que al salir, un enorme torrente de sangre menstrual saliera e inundara el hotel. Entonces mi mamá (que en ese momento se compadeció y decidió tirar a la basura todas esos dimes y diretes), me llevó a la farmacia del hotel y me dijo ‘Intentémoslo’. Jajaja como si de verdad fuera a ponerme un aparato de la Santa Inquisición o algo así. La cosa fue más sencilla de lo que imaginé. Sí, me temblaba la mano un poco, en realidad a los 14 años no convivía mucho con mi vagina y me resultaba una zona extraña. Pero cuando me di cuenta ya lo tenía puesto y eso que en ese entonces los aplicadores eran nada más y nada menos que ¡de cartón! Hoy a Dios gracias son de plástico y comodísimos. Salí del baño y le dije a mi mamá ‘¡Ya está!’. Y pensaba ‘¿Por qué tanta alharaca?’ Ya saben mi madre preguntándome ¿Te duele? ¿te sientes incómoda? ¿Segura que te lo pusiste bien?. Y no saben qué maravilla. Se acabó el pánico del tintar la piscina entera de rojo. Y encontré que pocas cosas son tan útiles, no sólo de vacaciones, en el día a día de ‘esos días’.Y es imposible que el himen se rompa con el tampón. No sólo porque dicho himen puede ser elástico, sino porque el tamaño de los tampones no permite que se rompa. Aquellas que se han puesto uno y sienten dolor, no es porque estén siendo desfloradas sino porque se lo colocaron mal. Esa es regla ‘Si lo sientes, no te lo pusiste bien’. Un tampón bien puesto no se siente ni estorba.
Ya en la Universidad tenía una amiga que se presionaba sobre manera con respecto a los tampones. Fuimos una ocasión a Acapulco y cada media hora iba al baño a revisar que el cordón no se le hubiera ido para adentro y perdido en inmeeeensidad de su vagina. Nuevamente idea heredada. Es imposible que un tampón se pierda. El cordón del cual se tira para retirarlo no tiene vida propia y se mete. Los casos extremos siempre están relacionados con mujeres que olvidaron, sí, olvidaron quitárselo y debido a que las fibras de las que están hechos se inflan al absorver el líquido menstrual, sacárselos fue incómodo. Un tampón no debe dejarse por más de cuatro horas, supuestamente. Aunque en lo personal puedeo decirles que sí me he pasado del tiempo y nunca me ha pasado nada.
Tampoco es cierto aquello de que provoca más infecciones. La diferencia con las toallas femeninas es sólo que la sangre se absorve desde adentro, nada más.
Quítense esas ideas y de verdad descubran que es una maravillosa herramienta cuando uno no quiere traer toalla por la ropa, por deportes, por entrar al agua, en fin.
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