Que es un máquina de vapor:
Entendemos por este artefacto, que es un motor de combustión externa, capaz de transformar energía de una cierta cantidad de vapor de agua, realizando un trabajo cinético o mecánico. El ciclo de trabajo de una máquina de vapor se divide en dos partes; en principio, se genera vapor de agua por calentamiento directo, en una caldera que se encuentra cerrada, esto quema un combustible, habitualmente carbón o madera.
El segundo paso del proceso consiste en introducir el vapor a presión dentro del cilindro, arrastrando el pistón o émbolo en toda su expansión.
Esto lo lleva a cabo utilizando un volante de inercia y un mecanismo de biela; éste puede transformarse en un elemento de rotación. Una vez que el émbolo alcanzó el final de su carrera, retorna a su posición de inicio, expulsando de esta forma el vapor de agua. El ciclo que la máquina de vapor realiza es controlado mediante una serie de válvulas de salida y entrada; que a su vez tienen la función de regular la renovación de carga, nos referimos con esto, a los flujos de vapor desde y hacia el cilindro.
Aplicaciones:
En 1784 Watt patentó el martillo de vapor y ése mismo año comenzaron las obras de un molino de trigo en Londres, plan acariciado por Boulton para promocionar su máquina que aun no había conseguido consolidarse en el mercado. En el periodo 1775-1800 Boulton y Watt construyeron 321 máquinas número que no difiere mucho de las construidas en el mundo ya que la piratería tuvo, no sin esfuerzo de Boulton y Watt que litigaron a menudo para defender su monopolio, escasa importancia. Al margen de las actividades mineras y la elevación de agua en diferentes industrias la máquina de vapor encajó con relativa facilidad en las nuevas actividades así, la industria de la lana, labor doméstica tradicional y aun por industrializar tan sólo usaba nueve máquinas, mientras la industria del algodón y auxiliares (secado, blanqueado, estampación, etc.) empleaba 84 máquinas.
También fue de importancia su uso en la industria pesada del acero para el soplado de hornos y el accionamiento de martillos. Estas industrias que necesitaban grandes cantidades de carbón para la fundición de los metales se ubicaban en los distritos mineros donde no siempre existían cursos de agua que suministraran la energía necesaria de forma económica. En estos casos la máquina de vapor era la opción lógica como demostraba la experiencia de John Wilkinson pionero en la utilización de las máquinas de Boulton y Watt en la industria del acero.
En la industria de la cerveza la introducción de la máquina de vapor, en torno a 1790, provocó una importante concentración de la producción, antes muy distribuida, hasta el punto de que en 1796 sólo había 12 fábricas de importancia. Procesos de concentración de capitales se produjeron también en las demás industrias citadas, y aunque en el resto de actividades la implantación de la máquina de vapor era aun testimonial todas ellas se verían afectadas por su introducción en el transporte durante el siglo XIX, primero en el ferrocarril y posteriormente en la navegación.
Curiosamente y al hilo de lo apuntado la implantación de la máquina de vapor no resultó en la deslocalización de las industrias que movidas por un motor que no precisaba de cursos de agua o vientos regulares podía instalarse donde quisiera, más bien al contrario, las deficientes comunicaciones existentes provocaron la concentración industrial en los distritos mineros abandonándose los talleres de las ciudades. La disponibilidad de combustible fue el criterio predominante de localización industrial hasta bien entrado el siglo XIX cuando el ferrocarril y el barco de vapor cambió la situación y permitió que las industrias se trasladaran a las ciudades.