El ácido hialurónico (AH) es un polisacárido del tipo de glucosaminoglucanos con enlaces ß, que presenta función estructural, como los sulfatos de condroitina. De textura viscosa, existe en la sinovia, humor vítreo y tejido conjuntivo colágeno de numerosos organismos y es una importante glucoproteína en la homeostasis articular.[1] En seres humanos destaca su concentración en las articulaciones, los cartílagos y la piel. En un hombre medio de 70 kilogramos de peso puede haber una concretración de 15 gramos de ácido hialurónico en su cuerpo, y un tercio de éste se degrada y sintetiza cada día.[2]
Está constituido por cadenas de carbohidratos complejos, en concreto unos 50000 disacáridos de ácido N-acetil glucosamina y ácido glucorónico por molécula.[3] y deriva de la unión de aminoazúcares y ácidos urónicos. Esta cadena se sitúa formando espirales con un peso molecular medio de 2 a 4 millones. Presenta la propiedad de retener grandes cantidades de agua y de adoptar una conformación extendida en disolución, por lo que son útiles a la hora de acojinar o lubricar. Estas propiedades se consiguen gracias al gran número de grupos OH y de cargas negativas de esta molécula, lo que permite, por el establecimiento de fuerzas de repulsión, que se conserven relativamente separadas entre sí las cadenas de carbohidratos.
Algunas bacterias patógenas desarrollan hialuronidasa convirtiéndose en un factor de virulencia ya que este enzima hidroliza el ácido hialurónico de la matriz extracelular.
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1 Historia
2 Uso médico y terapéutico
3 Investigaciones
3.1 Efectos a medio y largo plazo
3.2 Uso en atletas
3.3 Uso en artrosis de rodilla
3.4 Producción de derivados
4 Impacto económico
5 Referencias
6 Enlaces externos
Historia [editar]En 1934 el farmacéutico alemán Karl Meyer y su colega John Palmer, doctores de de la Universidad de Columbia (Nueva York) lograron aislar en el laboratorio de oftalmología de la universidad[4] una sustancia hasta entonces desconocida a partir del cuerpo vítreo de los ojos de las vacas. Descubrieron que esta sustancia contenía dos macromoléculas de azúcar, y que una de ellas era ácido urónico. A raíz de esto tomaron la decisión de darle el nombre de ácido hialurónico a partir de las palabras hialoide" (vítreo) y ácido urónico.[5] La sustancia, que ayudaba al ojo a conservar su forma, era sumamente viscosa, lo que hizo sospechar a Meyes que podría tener algún empleo terapéutico. Sin embargo su extracción a partir de los ojos de las vacas no era factible comercialmente.[4]
El ácido hialurónico fue utilizado por primera vez con fines comerciales en 1942, cuando el científico húngaro Endre Balazs utilizó las técnicas de Meyer para sintetizar el ácido de las crestas de los gallos, que hoy día continúa siendo una de las fuentes de ácido hialurónico más provechosas.[4] Interesado por el compuesto patentó un el primer uso de este ácido: sucedáneo de la clara de huevo en los productos de pastelería.[5] Balazs llevó a cabo la mayor parte de los descubrimientos sobre hialurónico durante los últimos cincuenta años, habiendo sido premiado por su carrera en numerosas ocasiones e incluso le han puesto su nombre a los premios de la Sociedad Internacional de Investigación Ocular (International Society for Eye Research).[6]
Uso médico y terapéutico [editar]
Su funcionalidad como desarrollador de colágeno, retenedor de agua y materia de relleno cutáneo le ha otorgado una gran demanda dentro del sector de la cosmética y la cirugía estética.
En la farmacopea de numerosos países se utiliza como cicatrizante de heridas y úlceras de decúbito en aplicación tópica. Se encuentra incluido dentro del grupo D03 del código internacional ATC, concretamente con el código D03AX05.[7]
Su uso en cosmética, el sector de mayor demanda, se conoce desde 1996, aunque cubre múltiples necesidades. El ácido hialurónico posee la capacidad de retener el agua en un porcentaje equivalente a miles de veces su peso. Es por ello que se emplea para hidratación de la epidermis ya que reconstituye las fibras que sostienen los tejidos de la piel. Se utiliza en la viscososuplementación, una técnica para sustituir el líquido sinovial perdido durante las artroscopias[8] y como tópico o en sesiones de mesoterapia. Por ello, en crema previene arrugas y ayuda a retener el agua.
La función principal del ácido hialurónico es como material de relleno en cirugía estética utilizándose en implantes y rellenos.[8] Este material, además de alisar los pliegues subcutáneos estimula la producción de colágeno, lo que multiplica y prolonga el resultado rejuvenecedor. Su utilización destaca en la voluminosidad de los labios y pómulos, así como para alisar la frente y las marcas cutáneas aunque también se administra para reducir las cicatrices del acné severo y otros problemas cutáneos que ocasionen pérdida de piel.[9] El ácido hialurónico se inyecta donde no hay músculo justo bajo la piel donde está