INTRODUCCION
Además de ser un material de indiscutida relevancia en construcciones, proyectos arquitectónicos y decoración, EL ALUMINIO está presente en lugares que ignoramos: en caramelos antiácidos, en el tratamiento del agua potable que consumimos, en ollas, en utensilios de cocina y hasta en la fórmula de leches maternizadas.
Semejante exposición, imposible de calcular a lo largo de toda una vida, llevó a científicos de todo el mundo a preguntarse si este metal produce alteraciones en el organismo, e incluso si puede vincularse con la aparición de enfermedades graves, como el Mal de Alzheimer.
La misma inquietud moviliza a investigadores del Laboratorio de Investigaciones Fisiológicas Experimentales (LIFE), dependiente de la Facultad de Bioquímica y Ciencias Biológicas de la Universidad Nacional del Litoral (UNL), quienes desde hace varios años -a través de distintos proyectos subsidiados- están estudiando la incidencia de aluminio en funciones vitales del organismo y, consecuentemente, en la absorción de nutrientes esenciales.
El metal -dicen los investigadores- interfiere en la absorción del calcio, del fósforo y del hierro, especialmente en personas con funciones renales y hepáticas disminuidas, lo que puede provocar anemia, fragilidad ósea, y alteraciones en el flujo biliar, entre otras consecuencias.
TOXICIDAD
"existen personas que están más expuestas, debido a que tienen funciones deterioradas: problemas renales, hepáticos o aquellos que han tenido un transplante o se exponen periódicamente a tratamientos de diálisis. En ellos es más inminente el peligro por contaminación por aluminio."
¿Por qué? Porque el aluminio, como muchos de los elementos tóxicos que ingresan al organismo, se elimina a través del riñón, función que no cumplen plenamente los enfermos renales. Además, altera la función hepática (disminuye el flujo de bilis), lo que incide en la función más importante del hígado, que es la detoxificación de sustancias que ingresan al organismo.
EFECTO EN EL METABOLISMO
El aluminio fue un metal considerado atóxico e inofensivo hasta que, en 1962, se halló la primera asociación entre exposición crónica al aluminio y la encefalopatía. En 1969 se describieron fracturas en pacientes hemodializados. Allí comenzó a descubrirse que el aluminio es un metal capaz de interferir con una gran variedad de procesos celulares y metabólicos del sistema nervioso y de otros tejidos del organismo humano.
En otras palabras: en presencia del aluminio, el calcio se absorbe menos, lo que puede llevar a la fragilidad ósea (y a dificultades en el crecimiento, para los más chicos); también se absorbe menos hierro, lo que posiblemente derive en una anemia; y menos fósforo, un constituyente esencial de huesos y dientes.
ALUMINIO EN TODAS PARTES
"La presencia del aluminio en el organismo es mínima cada día, pero a lo largo de 30 o 40 años no sabés cuánto aluminio podés haber acumulado", dicen los integrantes del grupo de investigación.
Por ejemplo una olla de aluminio que contenga alimentos con ingredientes ácidos, calentada a fuego directo, puede llegar a solubilizar una cierta cantidad del metal, en general muy pequeña, que puede pasar al alimento. Si este proceso se repite diariamente, durante mucho tiempo, podemos estar ingiriendo cantidades importantes de aluminio soluble -la forma química quizás más potencialmente perniciosa- sin darnos cuenta.
En los últimos años, la distribución del aluminio se ha extendido fundamentalmente, por lo que "hay muchas fuentes de posible intoxicación: el tratamiento de aguas, los antiácidos digestivos, los envoltorios de los alimentos, los utensilios", comienzan a enumerar los investigadores. También se lo puede hallar en: filtros de cigarrillos, latas, amalgamas dentales, desodorantes, aerosoles nasales y otros compuestos médicos, leches maternizadas, ciertas hojas de té, sal de mesa y hasta polvo de hornear.
¿ALUMINIO AL CEREBRO?
Algunas otras investigaciones propusieron la hipótesis de que el aluminio es uno de los factores desencadenantes del Alzheimer -debido a su capacidad para depositarse en el cerebro y los tejidos del sistema nervioso-, un trastorno cerebral que causa pérdida progresiva de la memoria. La hipótesis se basa en el hallazgo científico de altos niveles de este elemento en el cerebro de individuos con Alzheimer, aunque esta relación aún no ha sido comprobada fehacientemente.