Es, desgraciadamente, una de las especies que más sufre con el deterioro de la calidad del agua. Si la temperatura no se halla entre los 24 y 27ºC, si el pH no se sitúa alrededor de 7.0 y si se permite que exista algún ligero rastro de nitritos en el agua (algo bastante normal para los hábitos alimenticios de estos insaciables animales), no le quepa duda a nadie de que nuestro protagonista enfermará irremediablemente. En estos casos se impone un cambio inmediato de agua del 40% asistido por la introducción en la misma de algún producto regenerador de la mucosa, bacterias nitrificantes y la provisión de un tratamiento a base de Acriflavina (y no me preguntéis por qué, pero es lo único que les hace efecto aunque en mayores dosis de las recomendadas por las instrucciones del medicamento). Y, para evitar el estrés, no habrá más remedio que apagar el foco del acuario durante el mencionado cambio y un par de días a partir de ese momento. No se les deberá suministrar ningún tipo de alimento mientras permanezcan enfermos porque lo rechazarán; seguramente no volverán a comer hasta pasada una semana.
Acuario:
Medidas según tamaño del animal. Se aconseja comenzar con un 100 litros (hasta 40 cm), pasar a un 600 (hasta el doble de tamaño) y continuar con un 1.200 e ir aumentando en virtud de sus necesidades. No detiene su crecimiento aunque se le quede pequeño el acuario, lo que le provocará la muerte. Se recomienda no usar ningún tipo de decoración para dejar así espacio libre para la natación. Los cristales y la urna han de reforzarse para que no se fragmenten. Fijar y proteger bien todos los aparatos para evitar que se destruyan en una de sus embestidas. Filtrado externo con fuertes corrientes para desarrollar su musculación. Imprescindible el uso de compresores de aire dado su gran consumo de oxígeno. Luz media. Cualquier ligero deterioro en las condiciones del agua les hará enfermar.
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