La tracción animal, que era empleada para la agricultura y para los trabajos de excavación previos a la construcción, ha sido reemplazada en la actualidad por maquinaria mecánica, por ejemplo el tractor. Éstos, en general, suelen ir equipados con ruedas o neumáticos fuertes o con orugas, con la finalidad de que se adhieran fácilmente al terreno. En el tractor de oruga la rueda delantera se encuentra unida a la trasera del mismo flanco mediante una cinta continua de eslabones dentados. La rueda trasera, también dentada, transmite la potencia o energía de marcha a la cadena de oruga. El peso del cuerpo del tractor suele reposar en parte sobre el eje trasero y en parte sobre un muelle transversal de ballesta, que transmite la carga a una serie de rodillos portantes que ruedan sobre la oruga. El tractor de orugas es preferible en terrenos blandos o enfangados y si las pendientes son fuertes. Los que incorporan neumáticos permiten mayores velocidades y, además, no patinan sobre terreno rocoso ni estropean el firme si han de circular por carreteras existentes. Los tractores pueden ir dotados de cucharas de carga y otros dispositivos que les hacen adecuados para la realización de distintos trabajos. Así, por ejemplo, el "bulldozer" lleva delante del tractor oruga una cuchilla frontal formando un cierto ángulo. También puede ser empleado para excavar, si se dota al tractor de una pala. El tractor puede ser también empleado en la construcción como elemento portador de grúas, martinetes para hincar pilotes, perforadoras, etc.
La adherencia del tractor al terreno depende casi exclusivamente de su propio peso, del de la carga y también, aunque en menor medida, del material de las llantas de las ruedas. Es importante, también, la naturaleza del terreno sobre la que el tractor se asienta. Si el peso aumenta, las ruedas penetrarán con más fuerza en las desigualdades del terreno. Pero si se desea aumentar el peso de la máquina con el fin de incrementar la adherencia, se deberá elevar también el esfuerzo de tracción necesario; por tanto, el peso deberá mantenerse por debajo de un cierto límite máximo determinado por el motor. Esta relación entre peso y adherencia presenta otro límite que nada tiene que ver con la potencia del motor, y es el que determina la economía de funcionamiento del tractor, pues no sería práctico arrastrar un peso muerto considerable. La mejor solución práctica a este problema se encontrará en la consecución de la máxima adherencia con un peso mínimo. Para ello se han construido tractores con las cuatro ruedas motrices, esto es, las cuatro ruedas reciben la acción directa del motor y se adaptan a las irregularidades del terreno.
En cuanto al motor, éste no diferirá esencialmente del que incorpora cualquier otra máquina pesada. Entre las labores propias de un tractor está la de arrastrar un remolque por toda clase de terrenos y en todas condiciones, que opondrán una gran resistencia a la marcha, por lo que no se les podrá exigir una gran velocidad. La velocidad suele ser inferior a los 30 kilómetros a la hora. Sin embargo, el par de arranque deberá ser grande para efectuar la salida en toda clase de situaciones y de pendiente. Éstas son las razones por las que el motor del tractor suministra gran potencia y no una excesiva velocidad.
Para que el tractor pueda marchar por toda clase de terrenos, tanto la transmisión como la suspensión deben ser lo más elásticas posible, dentro de la rigidez inherente a las grandes dimensiones de todos sus órganos. De esta manera se permitirá a los ejes, o a los puentes que los sostienen, inclinaciones relativas de consideración. Además, los elementos mecánicos deberán ir montados lo más alto posible para superar obstáculos de consideración en el terreno.
Las ruedas son los órganos de tracción que tienen una importancia fundamental en la adherencia del tractor a la superficie sobre la que marchan. Dado el gran peso de este tipo de maquinaria, las llantas deberán ser anchas, para que no se hunda excesivamente en el terreno. La cubierta suele ser de caucho endurecido, que es el que generalmente se emplea en marcha sobre la carretera. Cuando el terreno sea excesivamente blando se podrá optar por la utilización de un tractor de orugas o bien por la incorporación, a los neumáticos, de unas piezas de acero que agarren en el terreno, lo que permite encontrar un punto de apoyo seguro que facilite el avance.
Los tractores orugas son lentos, pero pueden remolcar cargas muy pesadas. La adherencia que presentan con el terreno es muy grande, y a pesar de su gran peso, no profundizan mucho en él debido a la gran superficie de contacto que ofrecen las orugas. Este tipo de tractores no posee diferencial; la maniobra de girar a un lado o a otro se realiza desembragando el mecanismo de la oruga del lado al que se quiere girar. En este momento se gira la oruga del lado contrario al de giro, lo que favorece que el tractor cambie de trayectoria. Si se desea realizar la maniobr