El cáncer de cuello de útero es uno de los escasos tumores de los que está certificado que su causa es un virus. La vacuna es preventiva, lo que quiere decir que debe suministrarse a niñas antes de que tengan relaciones sexuales, ya que la vía de transmisión del virus es la genital.
La vacuna -de la que hay dos en el mercado- protege sólo contra algunos de los más de 100 virus del papiloma existentes (cuatro tipos en el producto de un laboratorio y dos en otro), aunque son las cepas que más cánceres provocan (el 70%). Éste ha sido uno de los argumentos utilizados hasta ahora por quienes creían que no era urgente su utilización: aunque una niña se vacune a los 12 años, por ejemplo, ello no las protege al 100% de posibles infecciones. Los críticos afirman que, de hecho, la idea de que se disfruta de una mayor protección puede hacer que las adolescentes bajen la guardia, lo que, aparte de permitir que el virus se transmita, puede ser vía para otras enfermedades de transmisión sexual.
Por ello la vacuna, aunque ayudará a frenar la expansión del virus, no evitará otras pruebas, como las citologías -el famoso test de Papanicolau- que todas las mujeres adultas deberían hacerse cada año. Precisamente, el éxito de España en la lucha contra este tipo de cáncer se debe, según los expertos, a esta prueba. Con ella se detectan las lesiones en el cuello del útero cuando todavía son pre-cancerosas y se pueden extirpar o tratar antes de que degeneren en una dolencia más grave.
El otro gran inconveniente de la vacuna es su precio. Aunque todavía no se ha fijado el que tendrá en España, en los otros países que la han aprobado ronda los 600 euros por niña. En una primera oleada habría que vacunar a las 600.000 niñas de entre 10 y 12 años, lo que supondría un gasto de 360 millones de euros. Y, luego, cada año, a las aproximadamente 200.000 que cumplen los 10 anualmente. Todo este desembolso no evitaría otros gastos, como el mantenimiento de las citologías, por lo que algunos expertos sostienen que la vacuna no cumple con los criterios de coste-eficacia (es demasiado gasto para lo que ahorra).
Sin embargo, con la decisión de sufragarla e incluirla en el calendario, como parece lo más probable, Sanidad cierra uno de los frentes que mantiene con las comunidades del PP. Muchas de ellas, con Madrid a la cabeza, ya han anunciado que tienen reservado el dinero para proporcionar la vacuna aunque no sea una decisión conjunta. Con ello se volvería a romper el acuerdo sobre el calendario de vacunas pactado hace año y medio.