Nació bajo el nombre de Giovanni. Sus padres fueron Pedro Bernardone y Donna Pica, provenzal; tuvo al menos un hermano más, de nombre Angelo.[4] Su padre era un rico comerciante de paños que formaba parte de la burguesía de Asís y que viajaba constantemente a Francia a las ferias locales. Entre algunas versiones, fue la afición a esta tierra por la cual su padre le nombró después como Francesco o el francesito, también es probable que el pequeño fuera conocido después de este modo por su afición a la lengua francesa y los cantos de los trovadores.[5]
Francisco recibió una educación regular de la época en la que aprendió latín. De joven se caracterizó por su vida despreocupada: no tenía reparos en hacer gastos cuando andaba en compañía de sus amigos en sus correrías periódicas y en dar pródigas limosnas;[6] como cualquier hijo de un potentado tenía ambiciones de ser exitoso.
En sus años juveniles la ciudad ya estaba envuelta en conflictos para reclamar su autonomía del Sacro Imperio. En 1197 lograron quitarse la autoridad germánica, pero desde 1201 se enfrascaron en otra guerra contra Perugia, apoyada por los nobles desterrados de Asís. En la batalla de Ponte San Giovanni, en noviembre de 1202, Francisco fue hecho prisionero y estuvo cautivo por lo menos un año.[7]
Desde 1198 el pontificado se hallaba en conflicto con el Imperio, y Francisco formó parte de la armada papal bajo las órdenes de Gualterio de Brienne contra los germanos.[8]
En el siglo XII se concretaron cambios fundamentales en la sociedad de la época: el comienzo de las Cruzadas, el incremento demográfico y la afluencia del oro, entre otros motivos, influyeron en el incremento del comercio y el desarrollo de las ciudades. La economía seguía teniendo su base fundamental en el campo dominado por el modo de producción feudal, pero los excedentes de su producción se canalizaban con mayor dinamismo que en la Alta Edad Media. Aunque todavía no se estaba produciendo una clara transición del feudalismo al capitalismo y los estamentos privilegiados (nobleza y clero) seguían siendo los dominantes, como lo fueron hasta la Edad Contemporánea, los burgueses (artesanos, mercaderes, profesionales liberales y hombres de negocios) comenzaban a tener posibilidades de ascenso social. La Iglesia, protagonista de ese tiempo, también se vio influenciada: no eran pocas las críticas a algunos de sus ministros que se preocupaban más por el crecimiento patrimonial y sus relaciones políticas de conveniencia.
Debido a ello, diversos movimientos religiosos surgieron en rechazo al estado de la iglesia en esa época o se dedicaron a vivir más de acuerdo a los postulados de una vida pobre y evangélica.[2] Algunos de ellos crecieron afuera de la institución y vivieron a su manera; éstas fueron rechazadas hasta el punto de considerarlas herejes. Los Cátaros, por ejemplo, predicaban entre otras cosas el rechazo a los sacramentos, las imágenes y la cruz.[3] Otras organizaciones como la creada por Francisco de Asís, por el contrario, nacieron bajo sumisión a la autoridad católica.
Nació bajo el nombre de Giovanni. Sus padres fueron Pedro Bernardone y Donna Pica, provenzal; tuvo al menos un hermano más, de nombre Angelo.[4] Su padre era un rico comerciante de paños que formaba parte de la burguesía de Asís y que viajaba constantemente a Francia a las ferias locales. Entre algunas versiones, fue la afición a esta tierra por la cual su padre le nombró después como Francesco o el francesito, también es probable que el pequeño fuera conocido después de este modo por su afición a la lengua francesa y los cantos de los trovadores.[5]
Francisco recibió una educación regular de la época en la que aprendió latín. De joven se caracterizó por su vida despreocupada: no tenía reparos en hacer gastos cuando andaba en compañía de sus amigos en sus correrías periódicas y en dar pródigas limosnas;[6] como cualquier hijo de un potentado tenía ambiciones de ser exitoso.
En sus años juveniles la ciudad ya estaba envuelta en conflictos para reclamar su autonomía del Sacro Imperio. En 1197 lograron quitarse la autoridad germánica, pero desde 1201 se enfrascaron en otra guerra contra Perugia, apoyada por los nobles desterrados de Asís. En la batalla de Ponte San Giovanni, en noviembre de 1202, Francisco fue hecho prisionero y estuvo cautivo por lo menos un año.[7]
Desde 1198 el pontificado se hallaba en conflicto con el Imperio, y Francisco formó parte de la armada papal bajo las órdenes de Gualterio de Brienne contra los germanos.[8]
De acuerdo a los relatos fue en un viaje a Apulia (1205)[9] cuando marchaba a pelear, cuando durante la noche escuchó una voz que le recomendaba regresar a Asís. Así lo hizo y regresó ante la sorpresa de quienes lo vieron, siempre jovial pero envuelto ahora en meditaciones solitarias.
Empezó a mostrar una conducta de desapego a lo terrenal. Un día en que se mostró en un estado de quietud y paz sus amigos le preguntaron si estaba pensando en casarse, a lo que él respondió: Están en lo correcto, pienso en casarme, y la mujer con la que pienso comprometerme es tan noble, tan rica, tan buena, que ninguno de ustedes vio otra igual.[10] Hasta ese momento todavía ni siquiera él sabía exactamente el camino a tomar de ahí en adelante, fue después de reflexiones y oraciones que supo que la dama a quien se refería era la pobreza.
El punto culminante de su transformación se dio cuando convivió con los leprosos a quienes tiempo antes le parecía extremadamente amargo verlos.[11] Se dedico después a la reconstrucción de la capilla de San Damiano. Según los relatos lo hizo después de haber visto al crucifijo de esta iglesia decirle: Francisco, ve y repara mi casa, que esta cayendo en ruinas.[12] Entonces decidió vender el caballo y mercancías de su padre en Foligno, regresó a San Damiano con lo ganado y se lo ofreció al sacerdote, pero este lo rehusó.
Su padre, al darse cuenta de la conducta de su hijo, fue molesto en su búsqueda, pero Francisco estaba escondido y no lo halló. Un mes después fue él mismo el que decidió encarar a su padre. En el camino a su casa, fue mal recibido por la gente que lo encontró, y creyéndolo un lunático, le lanzaron piedras y lodo.
Francisco ante las autoridades eclesiales: Su padre le reprendió severamente, tanto que le encadenó y lo encerró en un calabozo.[13] Al ausentarse aquel por los negocios, la madre le libró de las cadenas. Cuando regresó, fue ella quien recibió sus reprimendas y fue otra vez en búsqueda del muchacho en San Damiano, pero Francisco se plantó con calma y le reafirmó que enfrentaría cualquier cosa por amor a Cristo. Pedro, más preocupado por lo perdido en su patrimonio,[13] acudió a las autoridades civiles a forzarle a presentarse, pero el joven rehusó hacerlo con el argumento de no pertenecer ya a la jurisdicción civil, por lo que las autoridades dejaron el caso en manos de la iglesia.
Se sometió al llamado de la autoridad eclesial. Ante el requerimiento de devolver el dinero frente a su padre y al obispo de Asís, de nombre Guido, no sólo lo hizo, sino que se quitó los atuendos ante los jueces, proclamando a Dios desde ese momento como su verdadero Padre. Ante esto el obispo le abrazó y le envolvió con su manto.[14]
Continúa en: http://es.wikipedia.org/wiki/Francisco_d...
Saludos-