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Típico paraje cordillerano, Villa Pehuenia —a 180 km de Junín de Los Andes, en el norte de Neuquén— recibe a los viajeros con quietud. Sólo se oye al Aluminé como melodía de fondo y es casi imposible cruzarse con alguno de sus 900 pobladores. A cada paso, el lustre de las cabañas deja en evidencia sus jóvenes 15 años. Hasta el 89, el lugar se conocía como Paraje La Angostura, en referencia a la unión de los lagos Moquehue y Aluminé, y apenas si aparecía en los mapas más completos. Ya como Pehuenia, primero fue un paraíso exclusivo para los turistas de la provincia o de Río Negro, quienes levantaron aquí quintas de fin de semana.
Ahora, con construcciones de piedra y madera que asoman en medio de una vegetación espesa y una capacidad de 1.300 camas para visitantes, la villa crece como destino del norte de Neuquén, aunque sin la invasión masiva del turismo.
Al lago Aluminé los mapuches lo llamaron "Agua que brilla". Y nada más sabio. Desde los senderos que suben y bajan junto al marco del espejo azul se aprecia el agua cristalina, pura, producto del deshielo montañoso, que frena en las piedras y parece contagiarles el brillo. Imposible no bajar a las playitas que salpican la costa.
El panorama y la belleza se magnifican desde el punto más alto de Pehuenia: el volcán Batea Mahuida. En plena temporada se moviliza con un centro de esquí manejado por la comunidad mapuche Puel. En verano es posible llegar hasta la laguna interna del cráter, a unos 1.900 metros.
cordialmente
alby